UN NUEVO RUMBO PARA LA USCO

El pasado 13 de julio, se vivió un momento histórico en la Universidad Surcolombiana: el doctor Rubén Darío Valbuena se posesionó oficialmente como rector, tras haber sido elegido por voto ciudadano con una alta legitimidad. Su llegada marca el inicio de una nueva etapa institucional que busca dejar atrás la incertidumbre administrativa y consolidar una universidad más moderna, transparente y comprometida con el desarrollo regional.

Rubén Darío asume la rectoría con la responsabilidad de ejecutar el Plan de Desarrollo Institucional 2025–2034, cuyo objetivo central es posicionar a la USCO entre las mejores del país. Más allá de los rankings, su reto es restaurar la confianza interna, fortalecer el mérito, y liderar con ética una transformación que garantice excelencia académica y eficiencia administrativa.

Uno de los desafíos inmediatos será recuperar la gobernabilidad interna, afectada por prácticas clientelistas que en años anteriores deterioraron los procesos meritocráticos y la transparencia. Legalizar la planta docente y administrativa será una prioridad, garantizando que los nuevos nombramientos se hagan con base en concursos públicos, tal como lo exige la ley y el buen gobierno universitario.

Otro reto fundamental será avanzar en la reforma estatutaria, una deuda histórica con la comunidad universitaria, y exigida en la Segunda Papeleta. Esta reforma busca blindar la institución de la injerencia politiquera y establecer un gobierno universitario más participativo, democrático y enfocado en el bien común.

La transparencia contractual también será clave. La comunidad espera que actos como la contratación directa sin concurso, que se evidenciaron en el pasado con el servicio de alimentación, no se repitan. Se requiere una administración ética, proba y con los controles necesarios para garantizar el uso responsable de los recursos públicos.

A nivel académico, el rector Valbuena ha dejado claro que su visión incluye la internacionalización y el fortalecimiento del bilingüismo, con una propuesta ambiciosa: que todos los egresados salgan con un nivel mínimo B2 en segunda lengua. Esto implicará reformar programas como ILEUSCO, aumentar la exigencia y asegurar una formación real, presencial y alineada con estándares internacionales.

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